En horas de la mañana del día de hoy, un grupo de alrededor de mil refugiados, cansados de las confusas y contradictorias informaciones que reciben de parte de las autoridades húngaras, ha decidido abandonar las instalaciones de la estación Keleti e iniciar el viaje a Viena a pie.
Confían en que lo numeroso del grupo y la presencia de la prensa internacional evitará que la policía húngara intervenga para frustrar la marcha. Los que lleguen a la frontera con Austria, lo que lograrán después de haber recorrido unas cincuenta horas seguidas -según el mapa de Google- deberán sin embargo enfrentarse a un impedimento legal: el convenio de Schengen prohíbe que un refugiado ingrese a un segundo país de la Unión sin la debida documentación. Y Austria, después de Hungría, sería el segundo país.
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Pero eso es algo que por el momento no preocupa a los refugiados que han iniciado la marcha, confían en que antes de llegar a la frontera recibirán alguna solución de parte de la Comunidad Europea. El optimismo tiene cierto fundamento, en Austria y Alemania es fuerte la presión de la opinión pública en favor de ellos. Da fe de ello, entre otros hechos, el convoy de autos y minibuses que un grupo de civiles austriacos viene organizando para recibirlos apenas ingresen a suelo austriaco.
A pesar de la vocación xenófoba del gobierno húngaro, muchos magyares también se están organizando para brindarle alimentos y agua en el camino. El grupo Migration Aid húngaro ha además solicitado a quienes tengan espacio disponible en sus autos –y tengan pensado viajar a Austria- que lo pongan a disposición de las familias con niños y ancianos. Pero también ha llamado la atención a que tengan cuidado en no cruzar la frontera con refugiados, ya que inmediatamente pueden ser ellos mismo detenidos bajo el cargo de tráfico ilegal de personas.
Los refugiados abandonan Hungría, agradecidos con su gente pero decepcionados de las autoridades, entre las que incluyen a la Iglesia Católica húngara, que hasta el último momento no movió un dedo en favor de ellos, alegando el mezquino argumento de que no querían ser acusados por tráfico ilegal de personas. Cuando muchos ciudadanos húngaros, entre ellos el ex primer ministro húngaro, Gyurcsani Ferenc, ahora en la oposición, brindaron su hogar para recibir a las familias sirias, la miseria de los jerarcas húngaros de la Iglesia se hizo más evidente.
Ahora mismo la columna de refugiados ya ha logrado acceder a la autopista que conduce a Viena. La noche se acerca y es probable que opten por dormir en los estacionamientos de los grandes supermercados que rodean Budapest, ya que por lo menos allí contarán con baños y líquido. Más adelante, cuando la ciudad se pierda en el horizonte, las condiciones serán más difíciles.
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Muchos refugiados han permanecido en la estación Keleti. Tal vez unos trescientos, Migration Aid teme por ellos debido al partido entre Hungría y Rumania clasificatorio para la Eurocopa que se juega hoy a las 13 horas ( hora de Perú). Es el Perú-Chile de Europa del Este, pero con la presencia organizada de los llamados ultras o hooligans húngaros, grupos de extrema derecha xenófobos que aprovechan estos encuentros para ocupar las avenidas centrales y provocar a todo el que se cruce en su camino. Ojalá puedan ser detenidos si deciden dirigirse hacia la estación Keleti.