Este domingo se llevará a cabo en Colombia uno de los plebiscitos más importantes de la era contemporánea, no solo porque tendrá en lo inmediato un efecto político trascendente, sino también porque exhibe a los ojos de la humanidad la capacidad de las sociedades para superar odios y rencores, de abrir las puertas al diálogo, de mirar en la cara al enemigo y reconocer errores y omisiones, inaugurar espacios propicios para la paz y el desarrollo. 

Un ejemplo que sin duda extenderá sus virtudes sobre los conflictos que a lo largo del mundo aún anhelan por una solución

Pero como para recordarnos que la humanidad no solo puede dar grandes pasos en el camino de hacerse más humana, sino también retroceder con igual ímpetu, el gobierno húngaro ha convocado, también para mañana domingo 2 de octubre un plebiscito que plantea a la población la siguiente pregunta: ¿Debe Hungría aceptar el mandato de la Unión Europea que obliga a los países miembros a recibir una cuota de refugiados?

Más que la pregunta en sí, que desde la ética y la economía propone un tema que legítimamente puede ser discutido, es la manera como el gobierno ha manejado la convocatoria y el desarrollo del plebiscito lo que ha levantado la protesta de gran parte de intelectuales y políticos europeos.

Los hechos

El primer ministro húngaro, Viktor Orban, se encuentra ejerciendo su segundo mandato consecutivo. Llegó al poder apoyado masivamente por una población que veía en él al político indicado para sacarlos de la crisis europea que se inició el 2007. En su primer gobierno su popularidad se mantuvo vigente, sin embargo, en los últimos años esta ha decaído ya que una buena parte de la población rechaza sus políticas de austeridad -que afectan sobre todo a los sectores de educación y salud- así como los casos de corrupción que pesan sobre varios miembros de su gobierno,

Lejos de enfrentarse a estos cuestionamientos, y sin un motivo inmediato que lo justifique, el primer ministro ha desplegado las banderas de la defensa de occidente y pregonado la inmediata necesidad de poner freno a la amenaza árabe. De las palabras pasó a los actos, en el frente externo acusó a Bruselas por su política de acogida a los refugiados que en su opinión no son más que la punta de lanza del terrorismo internacional y, en el frente interno, convocó el referido plebiscito.

Mientras muchos todavía buscaban entender a cuenta de qué había que volver a las urnas -de hecho casi no hay árabes en Hungría, por otro,lado, el resultado de este domingo no tendrá ningún efecto jurídico ni práctico- el gobierno inició una campaña millonaria por medio de radio, televisión y paneles publicitarios en los que directamente se criminaliza a la comunidad árabe en su conjunto. En los paneles se leen por ejemplo frases del tipo: "¿Sabía que el atentado en París fue cometido por inmigrantes? ", "¿Sabía que desde la llegada masiva de inmigrantes más de 300 europeos murieron?", "¿Sabía que desde la llegada de inmigrantes las agresiones a las mujeres se ha incrementado?".

Poniendo los acontecimientos al límite con lo surreal, el gobierno, gracias a su mayoría parlamentaría ha conseguido que toda esta publicidad sea calificada como "informativa", logrando así que esta sea financiada en su totalidad con fondos del Estado. La importante revista húngara HVG la ha calificado como un descarado retorno de las otroras "campana lavacerebros", aludiendo a aquellas practicadas tanto durante la ocupación nazi como en el periodo de la dictadura stalinista de Rakosi.

Los resultados dirán mucho de la madurez de las democracias occidentales, más que el tema de los refugiados, lo que en realidad se decide en este plebiscito son los alcances de la manipulación en un país que ahora es Hungría, pero que podrīa ser cualquier otro.