El protagonismo de nuestra hinchada en Rusia ya es parte de la historia de los mundiales, no es para nada una exageración, desde el primer día, entre las muchas barras ubicadas junto a la Plaza Roja era evidente que los peruanos eramos los más numerosos y sonoros, incluso por sobre los argentinos y mexicanos, nuestros directos rivales en este campo. Cantábamos y entre las pausas repetíamos sin asomo de fatiga el nombre de Perú una y otra vez. Los ciudadanos rusos y otros turistas se contagiaban, aplaudían al ritmo de nuestros bombos, platillos y tarolas y ampliaban cada vez más el espacio que ocupábamos.   

El canto más frecuente era sin duda el "Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer, sí eres mi Perú querido, el país bendito que me vio nacer”. El día del partido con Dinamarca se había acordado una preconcentración a unos dos kilómetros del estadio, de ese punto partimos alrededor de 20 mil peruanos en una marcha que con el tiempo con seguridad pasará de la historia a la mitología. Ya dentro del estadio, la sensación era de ser parte de un inmenso ser viviente que en cada respiración emitía el nombre de nuestro país. Luego vino el himno y el Contigo Perú, esta última cantada a una sola voz y con una emoción tan densa que por momentos parecía poder ser tocada, palpada, al igual que las lágrimas que humedecían rostros y pupilas. Todos -no sé en qué momento se dio- estábamos abrazados, cantando nuestra condición de peruanos.

¿Podía algún espectador neutral negar el amor de estos peruanos por su país? No lo creo, de hecho nos hemos hecho famosos por ello. No era necesario entender las palabras que se intercambiaban los extranjeros que se toparon con nosotros, sabíamos que en esencia todos decían "así se ama a un país”.

Ya en el alojamiento el sueño me era esquivo, estaba crispado por la injusta derrota, además las fabulosas imágenes del día se mezclaban y aturdían mi cabeza, en la confusión una reflexión se me mostraba sin embargo llana y sencilla: si nuestro amor es tan proclamado, casi vociferado ¿por qué nuestro país es el que es? ¿por qué este no se refleja en nuestro accionar diario como peruanos? Por que es difícil negarlo, todos los que aquí y en el Perú gritamos en favor de nuestra selección y declaramos devoción por la tierra que nos vio nacer somos los mismos que coimeamos, tiramos basura en las vías públicas, le tocamos la bocina al peatón cuando este tiene derecho a cruzar, nos pasamos de vivos con la facturas, exigimos bolsas de plástico sin necesitarlas, nos saltamos las normas mínimas de convivencia, no elegimos con responsabilidad a nuestros representantes y como dice Edison Flores, discriminamos cuando nos creemos de una clase superior.

Podría arguirse que son dos espacios diferentes: ser fanático del equipo de tu selección no tiene que necesariamente identificarte con lo que tu país significa, puedes ser un hincha para quién el fútbol es el inicio y el fin de todo y no importarte lo que fuera de él pase. Pero no es lo que he visto, esto no era solo fútbol, todos los peruanos en Rusia y seguramente también en el Perú, festejaban la suerte de ser parte de una nación privilegiada por su historia milenaria, por su cocina, su música, su geografía y por mil cosas más.

Hemos considerado que el éxito que un grupo de peruanos ha logrado en base a sacrificio, disciplina, respeto mutuo, solidaridad y orden es también el nuestro, cuando en nuestra vida cotidiana promovemos con nuestra conducta valores más bien opuestos ¿cómo explicar esta contradicción?

Nuestro país nos ha dado todo lo necesario para triunfar, somos nosotros los que lo decimos a diario, lo expresamos en cantos, proclamas, así como frente a quienes nos interpelan sobre el significado de ser peruano. Si esto es cierto, somos nosotros entonces los que fallamos, no somos fieles, nuestro amor es infinito cuando es expuesto, pero dejado de lado cuando nuestra individualidad y beneficio personal está en juego.

Algo no cuadra, y es necesario reflexionar sobre las causa de este desajuste. Otra vez, la gran metáfora de la vida que en definitiva es el fútbol, nos lo está demandando.